La industria es el sector con más peso en la comarca, tanto en valor añadido como en nivel de empleo. No obstante, este sector ha sido el más afectado por la crisis.
La reestructuración y competitividad de la economía de la zona, se basa (de una forma significativa) en este sector, ya que los cambios de os modelos productivos del territorio se deben apoyar en el tejido productivo existente.
Las empresas del sector tienen un papel clave en la activación y articulación del desarrollo comarcal. Tanto en actividades relacionados con la I+D+i, en la identificación y desarrollo de la especialización inteligente comarcal o en la búsqueda de actividades con un alto valor añadido. También tiene un papel importante en la creación de redes de colaboración entre empresas, implantación de prácticas en este sentido, formas de gestión innovadoras y eficientes, internacionalización o en la diversificación del tejido empresarial.
Las empresas que dan un servicio personalizado a sus clientes son más competitivas que las empresas con productos estandarizados. Así mismo, son más fuertes a la hora de competir con otras empresas que producen lo mismo y hace que sea más complicada su deslocalización.
La competitividad en las empresas exige productos y servicios de calidad por dos razones; por una parte, el cliente demanda el mantenimiento y renovación de un servicio cada vez más complejo con un alto valor añadido. Por otro lado, las empresas de servicios son un factor cada vez más necesario para mantener su competitividad. Por ejemplo, ingeniería, marketing, gestión de la calidad, gestión de recursos humanos, servicios informáticos… Estos servicios pueden suponer un yacimiento de empleo en la zona.
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